Es frecuente últimamente encontrar en los anuncios de alquiler de viviendas un aviso sobre la prohibición de convivir con mascotas y animales de compañía. Los propietarios, haciendo uso de sus potestades sobre la propiedad que ofrecen el alquiler, incorporan esta prohibición para evitar que en sus viviendas vivan perros o gatos.

Hasta ahora, la prohibición debía ser interpretada, casi de forma exclusiva, a través de las normas civiles que regulan la propiedad, básicamente los artículos 348 del Código Civil y 541-1 del Código Civil de Cataluña, y preceptos concordantes: el propietario de una cosa tiene derecho a disponer de ella sin más limitación que las que imponga la ley.

En este sentido, somos de la opinión de que el incumplimiento de una cláusula que prohíbe convivir en la vivienda arrendada con animales de compañía tendría una fuerza muy limitada como causa de resolución contractual y, desde el punto de vista de los posibles daños en la vivienda, en todo caso estos deberían demostrarse, más allá de la convivencia o no de animales en la vivienda.

El artículo 541-2 del Código Civil de Cataluña estableció un nuevo elemento limitativo del uso de la propiedad en la legislación civil, «conforme a su función social», que ya recogía el artículo 33 de la Constitución Española.

Ahora, esta limitación del uso social adquiere una nueva perspectiva en relación con los animales, con la aprobación de la Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección delos derechos y el bienestar de los animales [1].

La Ley pretende «regular el reconocimiento y la protección de la dignidad de los animales por parte de la sociedad» implementando «mecanismos legales con la finalidad de fomentar la protección animal y prevenir el alto grado de abandono de animales» (Preámbulo). Entre otros, el artículo 2.2.a) dispone como finalidad de la ley «promover la tenencia y convivencia responsable»; el apartado c) del mismo artículo, «lucha contra el maltrato y el abandono»; y el apartado d), «impulsar la adopción y el acogimiento».

El artículo 24 dice que «todas las personas están obligadas a tratar a los animales conforme a su condición de seres sintientes», y que sus titulares deben mantenerlos «en unas condiciones de vida dignas».

Más específicamente, el artículo 26 establece que los titulares de los animales tienen la obligación de «mantenerlos integrados en el núcleo familiar».

La ley define también sanciones por las infracciones que se puedan cometer en relación con el incumplimiento de las obligaciones que se derivan.

A partir del próximo mes de septiembre, cuando entre en vigor la Ley[2] , deberán tenerse muy presentes sus estipulaciones para interpretar y dar cumplimiento a los contratos de alquiler de vivienda.

En este sentido, el artículo 6 de la Ley de Arrendamientos Urbanos establece la nulidad de las estipulaciones contractuales en perjuicio del arrendatario.

No es ahora momento de profundizar en el análisis jurídico de esta cuestión, pero sí es un buen momento, en este espacio de vacatio legis, para empezar a pensar si es legítima esta prohibición de convivir con animales de compañía en una vivienda alquilada.

[1] Publicada en el BOE número 75, de 29 de marzo de 2023.

[2] Entrará en vigor, conforme a la Disposición Final Novena, a los seis meses de su publicación, es decir, el día 29 de septiembre de 2023.

CLA ha participado en la webinar organizada por el Ayuntamiento de Barcelona sobre las APEU y los retos para el tejido industrial – PAE. Nuestro socio, Benjamí Tous, Presidente del Institut per al Desenvolupament de les APEU (IDAPEU), hizo una exposición sobre la naturaleza jurídica de esta figura.

El Parlament de Catalunya va aprovar el passat 18 de desembre la Llei de les Àrees de Promoció Econòmica Urbana (APEU), Llei 15/2020, de 22 de desembre. La norma es va aprovar amb un ampli consens (més del 89%), amb 119 vots a favor (ERC, JxCat, PSC-Units i Cs), 12 en contra (CUP i Comuns), i 2 abstencions (PP).

Les APEU neixen com un instrument de col·laboració públic-privat per la millora de la competitivitat de les àrees en què s’implementen (comercial, turístic, serveis, industrial), a partir de la configuració d’un model de gestió de l’activitat comercial  i dels serveis per part dels propietaris dels locals, personalitzat i adaptat a cada realitat i, per tant, més eficient. Els propietaris podran promoure, a més de la pròpia activitat, millores de l’entorn urbà, esdeveniments, actuacions de comunicació… i gestionar els serveis comuns (enllumenat, neteja, seguretat, màrqueting…).

La llei estableix un model de gestió en què hi participen també els Ajuntaments, que esdevenen una peça clau en el seu desenvolupament. Les APEU es financen mitjançant quotes, que s’estableixin obligatòriament (amb la  condició de prestacions patrimonials de caràcter públic no tributari), que seran regulades per ordenances municipals.

Les APEU es plantegen com una adaptació dels BID (Business Improvement District), implementats des de fa més de 50 anys a ciutats de tot el mon (més de 2.500 BIDs situats a Montreal, Toronto, Hamburg, New York, San Francisco, Londres, Liverpool, Philadelphia, Johannesburg…) a una realitat més pròxima a les característiques de la societat i el comerç a Catalunya, des d’una perspectiva de crear un instrument jurídic, públic-privat, que afavoreixi l’autogestió de l’economia comercial.

Els objectius que es pretenen de les APEU son:

• Modernitzar i promocionar el comerç
• Millorar la qualitat de l’entorn urbà
• Consolidar el model de ciutat compacta, complexa i cohesionada i mediambientalment eficient
• Incrementar la competitivitat de les empreses
• Afavorir la creació d’ocupació

L’objecte d’aquesta llei, com diu el seu article 1, és la creació d’APEU per modernitzar, innovar i promocionar determinades zones urbanes, i per a millorar la qualitat de l’entorn urbà per mitjà d’actuacions sostenibles; consolidar el model de ciutat compacta, complexa i cohesionada i mediambientalment eficient; i incrementar la competitivitat de les empreses, tot afavorint la creació d’ocupació.

El Tribunal Supremo ha vuelto a resolver a favor de las entidades financieras, en contra de lo que todos esperaban, especialmente después de la última sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en relación a la cláusula del IRPH de los préstamos hipotecarios.

El Tribunal Supremo nos sorprende nuevamente en una decisión relativa a cláusulas bancarias, determinando que, efectivamente esta cláusula debe considerarse no transparente, como era presumible, pero que, sin embargo, no puede considerarse abusiva, por lo que queda cerrada la posibilidad de que los consumidores puedan reclamar la devolución de lo pagado por la aplicación del índice.

Recordemos que el Tribunal Europeo dictaminó el pasado 3 de marzo que la cláusula del IRPH debía someterse al control de transparencia, como el resto de cláusulas, en contra de lo que había establecido el Tribunal Supremo en varias sentencias. Esta resolución parecía que abría la puerta a que la cláusula fuera declarada nula por abusiva, como ya lo han sido la cláusula «suelo», o la de intereses de demora en la mayoría de escrituras hipotecarias.

El TEDH ya se había pronunciado dos veces anteriormente, en relación a la cláusula «suelo», tanto en cuanto a su declaración como cláusula abusiva, como por las consecuencias de esta declaración de abusividad, que el Tribunal Supremo español había limitado inicialmente, reduciendo considerablemente los importes que los bancos debían devolver a sus clientes.

Se deberá pronunciar el Tribunal Europeo por cuarta vez en relación al tratamiento judicial que en España se hace de las cláusulas hipotecarias? Es probable que sí, como ya han anunciado algunas asociaciones de consumidores, ya que las cuatro resoluciones que el Tribunal Supremo ha avanzado esta misma semana ofrecen, es cierto, una posibilidad para la reclamación judicial de esta cláusula, al declararse la no transparente , pero al mismo tiempo inducen a la convicción de que, caso a caso, se pueda ir declarando la no abusividad y, por tanto, que el banco no tendrá que volver importe a sus clientes.

Recomienda: Benjamí Tous

Repetint una formula que ja hem vist en d’altres pel·lícules, la trama d’aquesta gira al voltant d’un judici per tal d’explicar la realitat social d’un moment històric concret.

A través de les declaracions dels diversos testimonis i del comportament i reaccions dels principals actors del procés judicial, com els acusats, els advocats, el fiscal o el jutge, es trasllada temporalment a l’espectador i se’l situa en el context on es van produir els fets que es narren, descrivint-ne les inquietuds de la població, els diferents interessos contraposats o les pressions que hi havia.

En el cas concret d’aquesta pel·lícula, se’ns presenta la societat dels Estats Units de finals dels anys 60, una època de tensions i conflictes socials que va suposar un punt d’inflexió en la cultura del poble nord americà i va comportar grans canvis a tots els nivells.

Amb la impopular guerra de Vietnam com a teló de fons, i diversos moviments ciutadans que s’oposen a les institucions tradicions de l’establishment (Hippies, Panteres Negres o Moviments d’estudiants d’esquerres), la conservadora administració Nixon, acabada d’arribar al poder, pretén instrumentalitzar el judici contra 7 dirigents d’aquests moviments socials, i els acusa de conspirar en contra de la seguretat nacional.

En aquest famós judici, els advocats defensors s’enfronten a tot el poder de l’estat, interessat en una sentència exemplar que serveixi com a advertència, i que no dubtarà en retorçar la llei i fer us de totes les eines de que disposa per aconseguir un veredicte de culpabilitat… Els sona?

Sota la direcció d’Aaron Sorkin, que també signa com a guionista, ens trobem amb una llarga llista de bons actors com Eddie Redmayne, Sacha Baron Cohen, Joseph Gordon-Levitt o Mark Rylance… potser no grans figures de la passarel·la de Hollywood, però reconeguts per la qualitat dels seus treballs, i que en aquesta pel·lícula no defrauden. Actuacions sòbries, solides, creïbles, que ens ofereixen personatges amb profunditat i matisos en mig d’una trama que busca tocar-nos la fibra i despertar, en l’espectador, moderats sentiments de ràbia i impotència.

Una feina coral de qualitat que, sense ser una obra mestre del gènere, aconsegueix entretenir i emocionar el suficient com per a que, el que subscriu, la consideri una bona pel·lícula.